miércoles, 14 de mayo de 2008

Esperando

Lo llamé esta mañana porque no sé qué tiene la PC de una de las personas a mi cargo y todavía no vino.

Después se hace el galán...

lunes, 12 de mayo de 2008

...y media

Lo raro de habermelo encontrado en la calle no fue el encuentro en sí (aunque debo admitir que siempre me sorprende encontrar en la calle a personas de un ámbito específico) sino lo que pasó. Por empezar, me reconoció no solo por mi nombre sino por "el trabajo". Es decir, mi sector y por qué tuvo que ir a mi oficina unos días antes. "Vos sos la que tuvo X problema con la PC". Era exactamente yo.

No me acuerdo si venía de la casa o si iba a la casa, no es importante. Estuvimos un rato hablando hasta que empecé a despedirme porque se me estaba haciendo tarde y el diálogo que atrasó la despedida oficial fue de lo más sorpresivo, más que todo lo anterior.

Alejo: ¿Ya te vas? Bueno, nos vemos. Es lindo verte así.
Blanca: ¿Así cómo?
A: Así, fuera del trabajo. Estás más linda y todo.
B: Bueno, gracias, pero no creo. Mirá la hora que es y estuve afuera todo el día... no me parece que pueda estar ni un poquito más linda sino todo lo contrario.
A: Como digas, para mi sí.
B: Jajaja... Gracias.
A: No hay de qué.

No dejó de sonreir, me dio un beso en la mejilla y se fue. Al día siguiente, como esperaba, me llamó al interno de la oficina a media mañana.

viernes, 9 de mayo de 2008

Sorpresa...

Todavía no hablé con Lisandro. Algo más importante pasó en el medio. Algo que duró muy poco pero que estuvo bueno y la pasé bien.

No lo podía creer: mientras andaba llorando por los rincones por mi soledad y viviendo del pasado, el pasado mismo se presentó con nombre y apellido, en persona: apareció Lisandro. Eso no me sacó del estado anterior pero fue como una epifanía. ¿Qué hacía esta porción tan lejana del pasado en mi monótono presente? No sé.

Mi monótono presente se vio alterado por otra persona. Apareció Alejo, el chico de sistemas que le escapa a todos los cliches de la gente de sistemas. Por suerte. Después de un par de visitas extraordinarias a mi oficina por anormalidades en mi PC, me di cuenta que me gustaba pero que no me daba bola, como todos los demás. Así que ya me estaba por preparar para anotarlo en la lista imaginaria de "Hombres Que Me Gustan Pero Ni Me Registran" cuando pasó lo inesperado: me lo crucé en la calle, a una cuadra de mi casa.