martes, 1 de enero de 2008

Feliz año les desea Hepatalgina

Empecé el año de una de las peores maneras posibles: abrazada a un inodoro ajeno, vomitando toda la comida y la bebida ingerida durante la noche. Eran las dos de la mañana, mis planes de salir a divertirme, bailar y, con suerte, conocer a alguien quedaron para el olvido igual que la noche de fin de año.

Me tomé todo, literalmente. Yo quería terminar con unos cuantos tragos encima y la alegría característica de cualquiera que se pasó de copas pero me pasé de más. Mi hígado me está odiando hasta este momento y con toda razón, le prometí muchas veces que no lo iba a hacer más.

Hasta acá parece todo mal pero esta mañana, cuando por fin pude volver en mi, me di cuenta de que es el primer año que lo empiezo así y que, en una de esas, el 2008 me trae otras cosas nuevas. A juzgar por cómo empezó, es posible que no sean muy buenas pero dicen que la esperanza es lo último que se pierde. Dicen.

Por primera vez en un año nuevo me perdí de salir por estar completamente borracha y querer tirarme a dormir más que nada en el mundo. Nada de horribles pasas de uvas o bombachas rosas. Es la primera vez que no como pan dulce, que no como budín, que no tomo sidra la tarde del primero. Este comienzo de año cambiaron muchas cosas, por desesperanza un poco y por una borrachera un poco más. Como dije, espero que las cosas cambien, y que cambien mucho a lo largo de todo el año, o por lo menos hasta la próxima borrachera de año nuevo.

No hay comentarios: